Lo cierto es que nunca deja de sorprenderme la velocidad en la que todo se transforma, un día puedes estar al borde del abismo y al siguiente a las puertas del cielo, hay que estar siempre atento para no perderse ni un detalle de lo que sucede a nuestro alrededor, porque en cualquier instante hay magia flotando en el ambiente.
Hace tiempo creía en los ángeles, quizá no literalmente, pero sí en criaturas que aparecían en los momentos en los que les necesitabas, y de esas personas han habido unas cuantas a lo largo de estos años, y te dejan un recuerdo imborrable... aún recuerdo aquel chico en bicicleta que se detuvo, se dió la vuelta y vino hacia mi solo para decirme que desprendía un brillo especial, ese día yo no estaba muy bien de ánimo, mi autoestima flaqueaba, y esas palabras fueron suficientes para recordarme que, en todo momento, una luz brilla en el interior de cada uno, y que los demás son sensibles a su intensidad.
Reconozco que mi intensidad a veces puede ser abrumadora, que tengo amistades que me dicen que después de hablar conmigo sienten que tienen que salir disparados a hacer... lo que sea!! que ni siquiera saben el qué. A veces puedo resultar agotadora, no porque sea una pesada (o espero que no sea por eso, al menos ^^) sinó porque muevo la energía a mi alrededor a gran velocidad, y eso marea cuando no se está acostumbrado.
Y entre esos movimientos, hoy ha sido de nuevo un día mágico, de los que empiezas que no darías ni un euro por él, y te retiras con una sonrisa en los labios.... Gracias vida, no sé como lo haces, pero haces que estar vivo sea algo especial.
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