- He estado pensando en nuestra conversación sobre la vida y la muerte, en lo que dijo, en que tiene que cargar con todas las cosas horribles que se vió obligado a hacer, cosas horribles que jamás se le olvidarán. Creo que le vendría bien liberarse de parte de ese peso. Las cosas que se hacen en la guerra son terribles. Recibir órdenes de matar, matar para salvarse, para salvar a otros... tiene razón, son cosas de las que no sé absolutamente nada, pero si sé bastante del perdón y he visto a muchos hombres confesar sus pecados, admitir su culpabilidad y dejar atrás esa carga tan pesada, hombres más fuertes que usted, hombres a los que en la guerra les obligaron a hacer atrocidades y que ahora viven en paz.
- Bueno, tengo que reconocerlo, Pater, ha venido con toda la artillería esta vez.
- Gracias.
- Y en una cosa tiene razón, en eso de que hombres más fuertes que yo, alcanzaron la salvación, pues joder, aleluya, pero se equivoca en otra...
- ¿en qué señor Kovalsky?
- Lo que más atormenta a un hombre es lo que NO le ordenan hacer.
Hay un punto de inflexión en toda vida, un antes y un después de cuando nos preguntamos ¿qué estoy haciendo con mi vida? Hasta ese momento reaccionamos a lo que nos sucede, seguimos los patrones establecidos porque parece ser lo que funciona, no en balde se emplean muchos recursos en hacernos entrar en el sistema, y en actuar como se espera que lo hagamos, sin pararnos a pensar si hay otras alternativas.
Pero ese momento llega, quizá después de etapas abrumadoras, de grandes sufrimientos en los que la vida, de repente, parece carecer de sentido. La gran pregunta siguiente es ¿quién soy, y qué estoy haciendo aquí? Las grandes preguntas trabajan en bloque, unas llevan a las otras, sin piedad, incansables en su pulular hasta que nos detenemos a darles respuesta, y sólo a partir de ese momento una cierta paz se extiende por todos los rincones de nuestra alma.
Por supuesto ser consciente no significa ser perfecto, sólo significa que los pasos en falso son nuestros y que no hay culpables ni víctimas, solo intentos, aciertos y desaciertos, pero con un objetivo común: aprender a caminar sin ir de la mano de nadie, dando pasos cada vez más firmes, más centrados, sin saber a donde nos lleva el camino, pero sabiendo que eso en realidad no es tan importante.
Y a veces, como en esta película, un simple acto deliberado puede impactar de tal forma en el entorno que cause un efecto en cascada. No hay grandes acciones ni pequeños actos que no sean significativos, porque en este dominó no se puede mover ficha sin que todas las demás caigan. Valoremos y demos sentido a cada acto, por insignificante que parezca, pongamos todo el intento en ser impecables, en dar en cada momento lo mejor de nosotros mismos.
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