27 de febrero de 2010

Las horas que se dejan ya de usar, por gastadas

Yo diría que lo puse aquí, en el apartado de "Momentos intensos", pero quizá me equivoque porque no lo encuentro. ¿Y cómo se supone que voy a recordarlo si no lo encuentro? Esto me desespera, quizá si uso el mismo sistema que Paquita me sea más fácil. Ella los agrupa por orden alfabético, pero a mi eso me plantea una duda ¿los guardo a nombre de quién?¿o es mejor de dónde?

Creo que en el fondo no es bueno ser tan meticulosa, hay gente que simplemente los guarda donde caen, y si no vuelven a recuperarlos nunca pues tampoco les resulta un drama. Pero para mi sí, y todo porque al nacer señalaron en mi hoja de ruta una casilla que aparece en letra pequeña en los contratos de los demás. Mi madre era aún más concienzuda que yo y decidió que podría serme útil esa capacidad, y la eligió para mi. Ahora no sé si es una bendición o una maldición tener esa facilidad, pero ahí está, e intento sacarle el máximo provecho.

Y es que, cuando la mayoría solo vive cada momento una sola vez, yo puedo vivirlos más de una vez, hasta que, gastados por el uso, se deshilachan en el vacío de la nada. Sólo quedan entonces los recuerdos vividos, pero claro... mi archivo de recuerdos es mucho mayor que el de la mayoría, porque puedo guardar cada instante y revivirlo de diversas formas, eligiendo además a partir de cual quiero seguir viviendo mi vida.

Puede parecer, a priori, una ventaja el poder revivir cada momento y elegir con cual me quedo, pero conlleva un grado elevado de estrés, porque si vivir un momento y tomar una decisión sobre qué es lo más adecuado para mi ya es de por si difícil, imaginad tomar la decisión entre tanta diversidad.

Hay veces que por desidia ya elijo simplemente la primera versión, por lo de que si ha surgido por algo será, y es que hay momentos en los que parezco una musaraña, frenética de actividad mental, además de emocional, porque... no es una cuestión de revivir sabiendo lo que va a suceder, no, es que cada vez es como una tirada a los dados, sin tener la menor idea de cual va a ser el desenlace. Un constante ensayo y error del que francamente me siento ya agotada.

Si alguien me preguntara... no, no quiero la reencarnación, porque yo ya estoy viviendo todas mis vidas en una sola, y no sé si sería capaz de volver a nacer sabiendo lo que ahora sé: que en realidad vivimos todas las versiones posibles de nuestras experiencias, que tomamos constantemente decisiones sobre ellas sin saberlo, y que pasado y futuro son cuentos que contamos a los niños cuando nacen, para que le encuentren algo de sentido a este mundo de combinaciones posibles.

(Intromisión al relato de Abril)

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