28 de marzo de 2010

Habilidades sociales (1): El arte de la conversación

Hay ciertas habilidades que se potencian desde que somos pequeños, sin embargo hay otras que quedan relegadas al campo del ensayo y error. Esta serie de artículos versan sobre estas habilidades, que sin embargo resultan muy útiles y necesarias.

EL ARTE DE LA CONVERSACIÓN

Conversar con alguien no es abrir la boca y decir lo primero que pasa por nuestra mente, no es hablar sin sentido por rellenar un hueco, no es responder con monosílabos. Conversar es un arte, uno que es cultivable.

Cuando se entabla una conversación hay mucho más de lo que se ve a simple vista. Se produce una verdadera conexión entre dos personas y se comparten tanto palabras, como ideas, emociones, impresiones, intuiciones, puntos de vista... Es un constante fluir en ambas direcciones, de tal manera que, después de una buena conversación, uno se siente renovado, enriquecido y estimulado.

Preparándose para conversar

Si un deportista quiere dar lo mejor de sí, y obtener el mayor rendimiento de su capacidad, se prepara antes de un acontecimiento deportivo. Un buen conversador también se prepara.

Podemos imaginar que una conversación es como un ser vivo: nace, crece, se desarrolla hasta su máxima expresión, decae y finalmente muere. Algunas conversaciones ya nacen muertas y sin vida, porque no han tenido una base sobre la que crecer.

¿Cuál sería esa base? Es fundamental sobretodo la actitud. Con un estado de ánimo abierto, la amigabilidad y amabilidad a flor de piel, la apertura y curiosidad por acercarte al mundo interior de otra persona... son elementos básicos para abonar el terreno donde plantemos la semilla.

Los primeros pasos

Como todo bebé necesita de unos cuidados para que crezca de forma saludable, una conversación requiere de un sincero afecto, de un interés genuino para que la conversación parta de un nivel más superficial y llegue a los niveles de profundidad en los que realmente se establecerá un intercambio. Dificilmente se produce una buena conversación entre dos personas que no conecten.

¿Y cómo podemos saber que hemos conectado con alguien? Generalmente se sabe porque se produce como una simbiosis, en la que las afinidades surgen primero: las coincidencias ("pues a mi también me encantan las obras de Shakespeare, y eso es extraño hoy en día"), cuando íbamos a decir exactamente lo que el otro dice en ese momento, cuando los temas fluyen de forma natural, sin esos vacíos en los que uno se pregunta qué más puede decir.

Alimentando al bebé

No sólo de afecto vive nuestra criatura, y una vez que ha quedado establecido que la persona nos resulta interesante, hay que seguir alimentando la conversación. Es importante dejarse llevar, los temas van surgiendo y de un hilo argumental pasamos a otro de forma natural. No es recomendable quedarse en un mismo tema hasta agotarlo, sinó que tomar un camino secundario nos puede llevar a otro campo igualmente atractivo. Conversar nos permite conocer a la otra persona, sentir que se nos escucha, establecer una comunicación a un nivel más profundo, compartir nuestra visión única y especial de la vida...estos factores dan valor a la conversación, es lo que al final nos llevaremos cada uno, y quizá algunos conceptos nuevos e ideas que cambien nuestra forma de ver la vida. 

El declive

Toda conversación tiene una caducidad, es como una relación a corto plazo, y hay que saber detectar cuando se ha llegado al punto en el que hay que preparse para la despedida. Cuando se siente una disminución en el entusiasmo, los temas ya no fluyen sino que alguno se estanca, cuando la persona nos presta menos atención a nosotros y más a lo que sucede a nuestro alrededor, es el momento de dejar que la conversación termine, y concluir de una forma provechosa y saludable para ambos.

Terminar una conversación

Es la parte más delicada de todas, ya que de forma inconsciente los finales nos aterran, son como pequeñas muertes. El final de una conversación debería ser gradual, siempre que ambos sean buenos conversadores, si no, a veces resulta necesario un corte brusco, pero no es lo habitual.

Resulta muy gratificante llegar a la conclusión haciendo una breve evaluación de la experiencia, de cómo nos hemos sentido, de lo que hemos aprendido, de lo que nos ha gustado compartir. Destacamos lo bueno de esta criatura que hemos creado entre ambos y que ahora va a desaparecer dejándonos solo el recuerdo. Y sobretodo, de forma sincera, agradecemos a la otra persona estos momentos de intimidad, de conexión, de fluidez.

Es muy normal sentir a la vez bienestar y un cierto vacío después de una buena conversación con alguien: hemos establecido un vínculo muy próximo durante un periodo de tiempo, y ahora se va a producir la desvinculación, probablemente hasta el próximo encuentro, pero esto nunca está garantizado.

Queda por último integrar lo que hemos compartido, pensar en lo que nos ha sorprendido, revivir las emociones que nos ha despertado la conversación, quedarnos con los puntos clave y honrar el momento vivido.

Por supuesto hay mucho más detrás de una conversación, y éstas son unas breves pinceladas, pero espero que den una idea acerca de este arte.

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