3 de abril de 2010

Habilidades sociales (3): Romper el hielo

Ese primer contacto con una persona es quizá el momento más importante, porque tiene cierta razón la sabiduría popular que advierte sobre las primeras impresiones, que aunque nunca sean buenas (al menos se puede decir que son poco fiables), ahí están. Está de más decir que eso puede ocurrir en cualquier momento, porque nunca sabemos dónde vamos a conocer a alguien. Si hemos trabajado nuestra impecabilidad (el arte de ser precisos y de emplear la energía justa en cada momento), estaremos preparados para la ocasión.

Primer paso: la actitud

Deja de leer por un momento y pregúntate ¿cómo voy por la vida?¿qué actitud es la que tengo desde que salgo de la cama? Lo que sucede en nuestras vidas tiene una relación directa con nuestra actitud vital, nuestra forma de enfocar el mero hecho de vivir ¿para tí la vida es algo que simplemente sucede?¿es un juego?¿una oportunidad?¿una lucha constante?¿un esperar a que todo termine?¿un dejarse sorprender? En función de tu actitud, aparecerán en tu vida aquellas personas que apoyen tu visión o que la desafíen: los afines y los contrapuestos, que son los dos tipos básicos de relaciones que creamos.

¿Qué clase de personas quieres conocer? Prepara tu actitud para atraer a esa clase de personas y después permanece atento, porque pueden surgir de cualquier circunstancia. Si has desarrollado tu inteligencia corporal, notarás enseguida cuando estás frente a una de esas personas (el cuerpo es un perfecto medidor que capta las señales sutiles que se escapan a nuestros sentidos, y las expresa en forma de sensaciones en diversas zonas, como un hormigueo en el estómago, una sensación de nausea o molestia, una picazón en la garganta, que pueden ser señales de que algo anda bien o no con aquella persona. Es muy útil conocer las respuestas de nuestro cuerpo ante la presencia de otras personas).

Una actitud de confianza, amabilidad, buen humor, sociabilidad, alegría de vivir, y curiosidad por los demás (no chafarderismo) suele ser una buena carta de presentación que proyecta buenas vibraciones en los demás.

Segundo paso: el primer contacto

Según en qué entorno nos estemos moviendo hay diversas formas de primer contacto:

Acto social: estamos charlando con un grupo de gente y aparece un conocido de alguien. Lo más seguro es que nos sea presentada esa persona, con el beneficio de que quien nos presente nos conoce a ambos y eso por si solo ya crea un vínculo. Es lo que se llama un vínculo prestado. Hasta que creemos nuestro propio vínculo con la persona, el hecho de tener una amistad común sirve como base para la apertura.

Coincidencia: cuando hay algún interés o gusto que compartimos con la otra persona, por ejemplo, estamos en la cola para ver la misma película, o estamos consultando los libros de la misma sección de la biblioteca, o ambos cogemos la misma pieza de ropa en las rebajas. Ese es el punto de conexión que nos permitirá romper el hielo.

Singularidad: cuando se produce una circunstancia extraordinaria y extraña que resulta tan chocante como para sorprendernos. La mútua sorpresa da pie a establecer una comunicación sobre nuestras impresiones acerca de lo que está sucediendo.

Localización: simplemente estamos en un lugar común, nada más nos relaciona, excepto que sentimos que esa persona nos atrae sin saber muy bien porqué. El entorno nos dará elementos para poder romper el hielo, solo hay que poner un poco de atención.

Tercer paso: romper el hielo

No es tan difícil como parece el romper el hielo con alguien, lo que más energía requiere es conseguir mantener el contacto hasta que realmente se establece un vínculo.

¿De qué formas podemos romper el hielo? Estos son algunos ejemplos:

Las cosas en común: siempre hay algo que compartimos, aunque solo sea por haber coincidido en espacio y tiempo en el mismo lugar. En el caso de existir algo más específico (como hemos comentado antes: amistades comunes, aficiones o estar viviendo un mismo evento), ésto es lo que nos va a dar pie a hacer el primer comentario. Para ello destacaremos esta circunstancia dando pie a la otra persona a dar una respuesta. Por ejemplo, si estamos en la cola del cine, podemos comentar algo acerca de la película que vamos a ver como "he leido que tal actor está imponente en esta película", o si nos gustan los mismos libros podemos comentar algo sobre algún autor, "me pregunto si este autor tendrá algún libro sobre tal tema". Es importante que la primera frase no sea una pregunta, ya que una pregunta lleva implícita una obligación de responder, y eso resulta un poco violento viniendo de un desconocido. Un comentario abierto también nos deja una puerta elegante al silencio del otro, ya que puede quedar como si hubieramos hablado para nosotros mismos.

La sonrisa: parece mentira el efecto que puede tener una sonrisa sincera, de las que hacen que incluso los ojos sonrían, para establecer un primer punto de contacto con alguien. Debe ser sincera, amable, y natural (las exageraciones son captadas de forma desagradable generalmente). Si la otra persona sonríe de la misma manera, ya hemos roto el hielo, y podemos pasar a la primera fase (como en el apartado anterior)

La mirada: es complementaria de la anterior, y puede precederla. Una mirada atenta, sincera, abierta puede despertar la curiosidad en la otra persona al sentirse el centro de atención. Es recomendable que no sea una mirada excesivamente intensa o puede molestar. Es mejor una mirada jovial, sostenida durante unos breves segundos pero en repetidas ocasiones, que lanza el mensaje de que realmente nos interesa, que no ha sido un cruce casual de nuestras miradas.

Solicitud de ayuda: excepto en el caso de pedir dinero, que tiene sus propias connotaciones sociales, el hecho de solicitar asistencia a alguien hace que esa persona se sienta bien pudiendo ayudar. Por ejemplo, podemos pedir indicaciones para ir a algún lugar cercano al que estamos, o pedir consejo sobre algo si estamos en una tienda, una biblioteca, o algún lugar en el que haya posibilidad de elección.

Humor: esta forma de romper el hielo se puede usar con mucha precaución, ya que no todos tenemos el mismo sentido del humor y es muy fácil incurrir en un exceso, pero si conseguimos que la otra persona se ría con uno de nuestros comentarios, eso crea un clima de relajación y confianza que da pie a la conversación.

Intriga: la forma de introducirnos es mediante una pregunta o comentario que se realiza de forma abierta y no es personal. Se trata de ofrecer un punto de misterio, para despertar la curiosidad de la otra persona, como por ejemplo, "esta situación me recuerda a aquella vez en la que casi nos detiene la policía mientras esperábamos al concierto de Bon Jovi", por poco curiosa que sea la persona, querrá saber qué hiciste para que casi te detuviera la policia, y eso te da pie a iniciar la conversación.

Ofrecimiento: ser cortés y atento suele ser muy bien recibido, como sostenerle la puerta a alguien, ceder el asiento, sostener un paquete que está a punto de caerse, recoger algo que se ha caído, ofrecernos a acompañar a alguien hasta el lugar que nos pregunta. Dar de nuestra parte predispone a la otra persona a contribuir de alguna forma, aunque sea con una sonrisa y un simple gracias.

Existen otras formas típicas de romper el hielo, como el choque casual, el roce aparentemente involuntario, o el clásico "¿no eres tú menganita?", que por su uso abusivo ya se ven venir a la legua, y si algo nos puede garantizar que la otra persona se cierre es la poca originalidad. Si no somos capaces de buscar algo diferente para cada persona, ¿como podemos transmitirles el mensaje de que son especiales para nosotros?

A partir de este punto dependerá de tu dominio del arte de la conversación para seguir adelante hasta establecer un vinculo con esa persona.

!Buena suerte!

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