30 de diciembre de 2009

Nada ha cambiado excepto yo, por eso todo ha cambiado


Hay frases que deberían venir escritas en las cajas de cereales, para captar de forma subliminal la atención de la gente que distraídamente ojea la caja mientras toma el desayuno, y una de esas frases ha llegado a mi castillo en forma de pergamino atado a una flecha, y el mensaje es el siguiente: NADA HA CAMBIADO EXCEPTO YO, POR ESO TODO HA CAMBIADO.

No podía dejar escapar esta ocasión para reflexionar sobre lo que ésto significa, sobretodo porque lo primero que me ha venido a la mente es la respuesta que alguien me dió una vez cuando le sugerí que podía llevar una vida diferente a la que llevaba... "sé realista, la vida es como es y yo no puedo hacer nada para cambiarla". Es posible (y sólo posible), que algunos acontecimientos de nuestras vidas no puedan ser cambiados, pero lo que hará que éstos dejen una huella u otra en nosotros es nuestra manera de afrontarlos. Recomiendo a todo el mundo hacerse con un buen botiquín para los casos de emergencia, con remedios como el Sentido del Humor, la Paciencia, la Esperanza, la Ilusión, la Perspectiva, el Sentido Común, la Confianza y la Alegría. Son remedios universales que sirven para casi todo, como los remedios de la abuela.

Al final, la vida es más una cuestión de actitud que de aptitud: todos estamos equipados para vivir la vida, pero no todos usamos la equipación de la misma manera. A lo largo de los años, y después de caer una y otra vez en manos de la desazón, en algún momento de lucidez nos paramos para decirnos... "espera, espera un momento, creo que por aquí ya he pasado antes, !estoy dando vueltas en círculo!". A partir de ese momento ya no es posible volver a ese punto, porque ya hemos avanzado un paso en el camino de la comprensión. Quizá en algún ataque de nostalgia o de costumbre volvamos a visitar ese estado de ánimo, pero es muy probable que con una ligera sonrisa en los labios, al darnos cuenta de que ya no somos la misma persona que estaba atrapada en ese bucle.

Y esto me lleva a plantearme algo más, si decimos que ya no somos los mismos.... ¿quiénes somos ahora? ¿y quiénes éramos antes? Si miramos hacia atrás podemos identificar claramente ese yo que se encontraba atrapado, reconocemos sus actitudes, sus creencias, pero ahora parece haberse reinventado, ¿y sigue existiendo después de ese cambio? Ha existido, eso está claro, y ha dejado su huella en las personas con las que se ha relacionado, y cuando volvemos a encontrarnos con las mismas personas, a veces nos reconocen y a veces no, depende del salto que hayamos dado en nuestra transformación. No es raro escuchar un comentario del estilo..."vaya, sí que has cambiado, sí, aunque no sé si me gusta ese nuevo tú...".

Indefectiblemente, no siempre nuestros conocidos y amigos podrán asimilar nuestros cambios, y nosotros ya no podemos volver atrás, y eso comporta reajustes en nuestro entorno social: aquellos con la flexibilidad suficiente para acoger al nuevo yo, continuarán con nosotros y los que no sean capaces, desaparecerán de nuestras vidas. Por eso es necesario desapegarse de la necesidad de retener a las personas, teniendo en cuenta además de que si se quedaran sería para intentar recuperar a nuestro antiguo yo, el que ya no existe, lo que nos plantearía el conflicto constante de si es mejor aparentar ser quienes fuímos, o aceptar nuevos retos siendo el nuevo yo.

Dejo a cada cual la decisión de si es mejor guardar en un cajón nuestros pasitos en el crecimiento, aunque sólo sea por nostalgia, o hacer limpieza y simplemente desechar lo que ya no nos sirve. Cada cual sabe cuanto espacio tiene libre en su mochila, y cuanto peso inerte es capaz de llevar.... incluidas las viejas amistades....

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