Hay momentos en los que pienso ¿porqué no sucede esto que tanto deseo? Y en otros me pregunto ¿porqué justo ahora ha sucedido esto?. Parece que vivamos a merced de las circunstancias o del destino, cuando en realidad es la sincronicidad la base de nuestra realidad. ¿Porqué sucede o no sucede algo? Porque es el tiempo exacto, la conjunción más favorable.
En este entramado de realidades en el que vivimos, cada cual expresa sus deseos y proyecta sus expectitvas, y al final, el resultado global que todos compartimos es una exquisita combinación de todos ellos, en tal grado de minuciosidad que harían falta todas las computadoras del mundo para crear un simil funcional.
Es curioso como puede ser que conozcas a alguien y en ese momento sientas que no es alguien importante en tu vida, y que un tiempo más tarde no es que haya cambiado nada, sigue siendo la misma persona, pero sientes que algo es diferente, y te sorprendes redescubriendo a esa persona como si apareciera de nuevas.
Es un misterio el mecanismo por el que se interrelacionan los destinos, pero sí podemos afirmar que con cierto grado de consciencia es posible percibir cuando se producen los chisporroteos de las conexiones, como si se tratara de conexiones neuronales. De repente es como si conocieras a esa persona de toda la vida, y quizá sea así en un universo en el que el tiempo es relativo, y puede que en ese breve instante accedamos al conocimiento de que todos estamos conectados, participando unos y otros en las obras que representamos.
Disfruto cuando siento esa vibración, ese hormigueo que identifica que se está produciendo un momento mágico, porque me hace sentir que participo en el juego de la vida, que ya no soy una mera espectadora.
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