15 de abril de 2011

El mejor tiempo es el tiempo exacto

Hay momentos en los que pienso ¿porqué no sucede esto que tanto deseo? Y en otros me pregunto ¿porqué justo ahora ha sucedido esto?. Parece que vivamos a merced de las circunstancias o del destino, cuando en realidad es la sincronicidad la base de nuestra realidad. ¿Porqué sucede o no sucede algo? Porque es el tiempo exacto, la conjunción más favorable.

En este entramado de realidades en el que vivimos, cada cual expresa sus deseos y proyecta sus expectitvas, y al final, el resultado global que todos compartimos es una exquisita combinación de todos ellos, en tal grado de minuciosidad que harían falta todas las computadoras del mundo para crear un simil funcional.

Es curioso como puede ser que conozcas a alguien y en ese momento sientas que no es alguien importante en tu vida, y que un tiempo más tarde no es que haya cambiado nada, sigue siendo la misma persona, pero sientes que algo es diferente, y te sorprendes redescubriendo a esa persona como si apareciera de nuevas.

Es un misterio el mecanismo por el que se interrelacionan los destinos, pero sí podemos afirmar que con cierto grado de consciencia es posible percibir cuando se producen los chisporroteos de las conexiones, como si se tratara de conexiones neuronales. De repente es como si conocieras a esa persona de toda la vida, y quizá sea así en un universo en el que el tiempo es relativo, y puede que en ese breve instante accedamos al conocimiento de que todos estamos conectados, participando unos y otros en las obras que representamos.

Disfruto cuando siento esa vibración, ese hormigueo que identifica que se está produciendo un momento mágico, porque me hace sentir que participo en el juego de la vida, que ya no soy una mera espectadora.


2 de abril de 2011

El sonido de la propia voz

Anoche estuve en un karaoke, pasando un buen rato con unas amigas, y después de mucho pensarlo, y venciendo mi timidez y los nervios, me animé a pedir una canción. Es una de mis favoritas, que conocí de una forma especial un domingo de invierno por la tarde, junto a una estufa, envuelta en una manta de franela. La canción es This Masquerade, de Carpenters, y tenía ganas de compartirla.

Ya la cosa no empezó bien cuando no eligieron la versión que yo pedí, que estaba en un tono más bajo del que yo puedo cantar, con lo que toda la canción se convirtió en un sufrimiento múltiple, por no llegar a las notas bajas, por estar destrozando una bonita canción, porque la música demasiado alta terminaba por ocultar lo poco o mucho que estuviera cantando, y porque no era capaz de reconocerme en aquella voz que apenas conseguía escuchar en los altavoces. En fin, terminó y me quedé totalmente desanimada, con la sensación de haber hecho el ridículo más espantoso... y por supuesto eso me dió que pensar sobre qué es el ridículo, pero más aún, sobre la importancia de la propia voz.

Muchas veces nos colocamos en situaciones que podrían considerarse ridículas, hacemos el tonto, o simplemente vamos más allá de los que se podría considerar adecuado, pero no siempre nos sentimos ridículos. ¿Qué es entonces el ridículo? Que se rían de nosotros no es determinante para sentirnos así, si así fuera la mayoría de cómicos habrían dejado de actuar hace mucho, es más bien que se rían de algo que nosotros consideramos importante, más aún, de algo que no queremos que resulte dañado por las críticas de los demás. Por lo tanto es un sentido de protección de una parte vulnerable de nuestro ser. Lo primero que pensamos cuando nos sentimos ridículos es que no deberíamos estar allí, pasando por eso, que no deberíamos haber permitido que eso llegara a suceder. ¿Qué intentamos proteger de la mirada o la burla de los demás? Precisamente aquello que más intentamos esconder es aquello que nos hace más humanos, más sensibles, y que más nos puede conectar con quien sabe apreciarlo. No consiste en hacer las cosas mejor o peor, sinó en hacerlas sin miedo, porque debajo del ridículo está el miedo a ser inadecuados, a no ser suficiente.

Y si no somos suficiente ¿quién escuchará nuestra voz? Mientras cantaba totalmente fuera de tono, me di cuenta de cuantas veces nos vemos obligados a hablar fuera de nuestro tono, a decir cosas que no queremos decir, a defendernos o a reclamar aquello que creemos justo. La voz es uno de nuestros principales instrumentos de comunicación, y apenas le prestamos atención al tono, al timbre, a la profundidad, a la melodía, y ya no digamos al contenido, a las palabras que usamos, las expresiones. Damos por supuesto que al hablar se nos entiende, y que no importa como digamos las cosas mientras que las digamos. Pero no es así, la forma es tan importante como el contenido. Una vez melodiosa resulta mucho más agradable que una estridente y produce un efecto diferente en la persona que escucha.

¿Quiero decir con esto que deberíamos apuntarnos todos a clase de dicción para parecer todos locutores de radio? Claro que no, cada cual tiene su voz, un sello de identidad, y como tal es una carta de presentación. Sólo sugiero que escuches tu voz, que la escuches a lo largo del día, que notes los matices de cuando estás inquieto, cuando estás feliz, cuando apenas tienes voz o crees que nadie te escucha, o cuando consigues dejar a alguien boquiabierto con lo que acabas de decir. Al igual que la voz es una forma de expresión que muestra a los demás como nos sentimos, lo contrario también es cierto, y es que usando un tono de voz determinado podemos influir en nuestro estado de ánimo, incluso en el curso de nuestros pensamientos.

Y es que ya lo dice el dicho: "quien canta, sus males espanta"... pero aseguraos de que cantais en vuestro tono.

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