Ella supo que algo no iba bien cuando vió ennegrecerse el cielo como la boca del diablo. Todos se apretujaron en la pequeña embarcación, dándose calor y ánimos, y alguien contaba viajes exitosos de personas a quien nadie conocía. Ella no había visto antes el mar, y cuando bajó del autobús frente al puerto de pescadores donde iba a embarcar, se sintió sobrecogida por la vasta extensión de agua, que parecía perderse en el fin del mundo. Y ahora esas aguas que parecían calmadas a su partida se enmarañaban debajo del casco obligándoles a mantener el equilibrio en posturas imposibles. Ni siquiera se dió cuenta de cómo cayó, sólo que sintió mucho frío, y que el aire apenas entraba en sus pulmones mientras su cuerpo se hundía. Bajo las fuertes corrientes, un grupo de delfines sostiene con sus aletas y morros a un anciano delfín herido, ayudándole a avanzar y a salir a la superficie para coger aire. Ella flota entre ellos, que con gran delicadeza la escoltan, su cuerpo inerte, hasta que alcanzan la playa más próxima. Ahora las aguas hacen el resto, y depositan el cuerpo de la muchacha y del delfín uno junto a otro, dos vidas que se entrelazan como eslabones, ella cuando iniciaba una nueva vida y él cuando daba fin a la suya.
19 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Entradas populares
-
Creo que quien más quien menos sabe lo que sucede en el escenario de una relación sexual: besos, caricias, posturas, susurros, gemidos... Es...
-
Es una de mis frases favoritas, aunque no es de las más sencillas de aplicar ni de comprender. Cuando deseamos algo con todas nuestras fuer...
-
"- ¿Cree que Junuh puede ganar? - Sí, si logra encontrar su auténtico swing. - ¿Auténtico? - Sí, dentro de todos y cada uno de nosotro...