16 de julio de 2010

Apuntes sobre el Tao

Soy consciente de que el mundo que me rodea es un reflejo de lo que sucede en mi interior, y que cuando estoy preparada para dar un paso más en mi camino, me llega la información necesaria, los medios, y la oportunidad para hacerlo. Y el momento en el que me doy cuenta... como explicar la sensación de magia y de conexión que se apodera de mi, de curiosidad infinita, de ilusión máxima... se transforma en un "sí, quiero" con la vida, y en estos momentos con el Tao.

El Tao.... la armonía cósmica, una forma de seguir el camino del corazón, el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, esa sabiduría ancestral observada durante milenios por esos sabios taoístas, con la intención de transformar la energía hasta su estado original de armonioso equilibrio con todas las cosas y sobretodo con uno mismo.

El sistema taoísta, tan simple en apariencia, responde a mi necesidad cada vez mayor de llegar a la esencia de las cosas, que intuyo sencilla y a la vez extremadamente compleja, del uno al infinito.... y al mismo tiempo tan natural, como todo lo que tiene que ver con el ser humano... no creo que haya conductas antinaturales, algo antinatural es algo que simplemente no forma parte de la naturaleza, y si se puede ver, o experimentar, entonces ya forma parte de ello. Por ejemplo... un tsunami puede ser muy dañino, por la destrucción que causa, pero ¿es algo antinatural? es solo un mecanismo más, una forma de expresión de la Tierra. Los comportamientos humanos pueden ser dañinos, pero no por ello antinaturales... algunos son escalofriantes, es cierto, en un extremo de la polaridad, una que no me gustaría vivir, pero que es preciso aceptar, aceptar el lado oscuro como forma extrema de expresión, de desequilibrio, un síntoma más que una definición... pero sigo prefiriendo el equilibrio, esa zona media en la que conviven las polaridades sin lucha, en colaboración, el Yin y el Yang del Taoismo.

No hay bueno, ni malo, ni mejor ni peor... solo existe armonía o desarmonía.... y al final esa armonía es con uno mismo y con la concienca que nos da vida.

6 de julio de 2010

Atrévete a vivir

El valor de la palabra

Usamos las palabras a diario, cientos de ellas, miles de ellas, sin darnos cuenta de que cada una puede ser una carga, una bendición, una salida, un futuro, un destino. Cada palabra lleva dentro de si un valor, el valor dado por generaciones de uso, y también el valor que cada uno le damos según nuestras experiencias.

Si decimos Madre, esta combinación de cinco letras puede despertar en nosotros diferentes recuerdos, desde la madre ausente, la madre que cuidaba de nosotros, la madre que nos decía qué o que no podíamos hacer, la madre que ha envejecido y ahora es apenas una sombra de quien fue.... pero sigue siendo una madre.

El valor pues, no depende únicamente de su definición, sinó de la carga emocional que se le añade con la vivencia. Por eso hay palabras que nos llegan muy hondo, mientras que otras apenas nos rozan. Sólo aquellas que significan algo para nosotros consiguen despertar esos circuitos neuronales que generan una respuesta múltiple, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra realidad.

Porque además del valor emocional, cada palabra tiene una vibración física, que dicha en nuestra mente se propaga por nuestras células, causando una configuración determinada, como el agua que Masaru Emoto ha demostrado que puede cambiar de cristalización en función de la intención que se le proyecta. Y nosotros, serés de elevado porcentaje de agua, respondemos a la misma ley, y nuestras células, tejidos, órganos, se configuran según las palabras que rebotan en nuestros pensamientos, las que están cargadas de emoción.

Y si esto puede parecer extraño, solo tienes que hacer la prueba. Repite en tu mente palabras como "fracasado", "perdedor", "inútil", "tú no vales nada", cárgalas como balas, igual que en su momento lo fueron para tu corazón, que creyó a pies juntillas en su contenido, y observa cómo te sientes, como tus hombros están alicaídos, tu mirada triste, tu ánimo hundido...

Y por la misma regla de tres, palabras como "esperanza", "tú vales mucho", "puedes hacerlo", "eres especial", "este mundo es maravilloso" puede abrir las ventanas a un mundo nuevo de experiencias, una visión diferente de lo que te rodea, un cuerpo más sano, un corazón más feliz.

Una de las primeras cosas que aprendemos de niños es a hablar.... pero sólo después de muchos años podemos aprender a saber qué es realmente lo que decimos, y como eso afecta a nuestras vidas.

Y ahí empieza la elección consciente.... que cada palabra sea la primera y la última que digas.

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