23 de enero de 2010

Nivel 13 (1999)

Nivel 13 plantea la existencia de mundos paralelos cibernéticos en los que los personajes toman conciencia de si mismos, y aunque este planteamiento ya se ha reflejado también en Matrix, quizá con menos impacto visual, me lleva a pensar de nuevo en nuestra existencia como conciencias multidimensionales. Recuerdo el impacto de Matrix y cómo, al salir del cine, miraba alrededor con ojos nuevos, pensando que realmente podíamos estar viviendo en un mundo de fantasía, porque ¿qué es lo que hace que un mundo sea real?

Y de nuevo creo que la realidad supera la ficción, por ejemplo... ¿dónde vamos cuando dormimos? El tiempo que empleamos en dormir se parece sospechosamente a un tiempo obligado de desconexión, quizá para no perder del todo la perspectiva como conciencias, de que vivimos en un mundo creado para experimentar con los sentidos y la dualidad. Eso explicaría porque alguien enloquece cuando se le somete a privación del sueño, se rompe el equilibrio. Y eso explicaría porque películas como ésta nos llaman la atención... lo que me lleva a la siguiente pregunta... ¿es posible imaginar algo que se desconoce? ¿qué va primero entonces, la idea o la materialidad de la idea?

Por otra parte, a veces tengo la sensación de que los recuerdos que tengo de mi vida, no necesariamente me corresponden a mi, es como si no me pertenecieran a pesar de haber estado ahí. Hay una connotación de irrealidad que me sorprende como si hubiera sido otra vida, y eso me hace preguntarme si realmente vivimos más de una vida simultáneamente, y hasta que punto se entrecruzan.

Eso me lleva a pensar que es posible que vivamos en otros mundos, o que en realidad vivimos en un mundo estilo muñecas rusas, donde uno estaría metido dentro de otro, diferentes niveles de concentración, diferentes niveles de conciencia, una misma inteligencia, diferentes experiencias.

Cuando hablamos de estados alterados de la conciencia nos referimos a aquellos que nos llevan a una percepción diferente de la realidad en la que creemos vivir, y en algunos de esos estados podemos captar una especie de mundo envolvente, donde tenemos conciencia de otras líneas de tiempo, conciencia de otras realidades.... y como si fuera un sueño, lo relegamos al terreno de la fantasía, como si fuera producto de nuestra mente, pero... ¿no podría ser nuestro mundo también producto de nuestra mente?

Siendo así, resultaría difícil determinar dónde terminan y donde empiezan...como en el caso de nuestros mundos interiores,¿se terminan con la interacción con el mundo exterior? ¿hay límites claros? creo que son mundos imbricados y que el resto de mundos con los que convivimos también lo son. Una extensa red de mundos imbricados, interrelacionándose, con mayor o menor grado de conocimiento de lo que sucede, y que el mundo de los sueños puede ser una puerta giratoria de acceso, igual que esos estados alterados de conciencia. Ese término tan extendido ahora de la Iluminación podría no ser más que la realización de la existencia de diversos mundos y el poder mover nuestra mente-conciencia-inteligencia a través de ellos.

Sólo hay una cosa que me preocupa, y me he dado cuenta de ello precisamente en esta película, y es el tema de la responsabilidad. Cuando uno sabe que el mundo en el que está es una fantasía, una creación con un propósito ¿la implicación es la misma?¿vivimos la experiencia con la misma intensidad?¿nos entregamos a ella plenamente? Y ahí cabría el paralelismo con los videojuegos, en los que matar enemigos no tiene ninguna importancia excepto la de ganar puntos, pero... ¿y si ese mundo virtual fuera de alguna forma real?¿no habría una responsabilidad en ello?

Sea como sea, según dice el dicho, la verdad nos hará libres, y es una cuestión que seguiré planteándome, incluso si al final resulto ser yo misma una ilusión.

22 de enero de 2010

¿Las hormonas también maduran?


En las conversaciones que he tenido estos días me ha llamado la atención que a partir de cierta edad nos sigue gustando el sexo, pero no a cualquier precio. Como en todo, no hay una regla establecida y lo que he observado puede aplicarse a cualquier edad, pero el que sea más frecuente a partir de los treintaytantos y cuarentaypicos hace que me pregunte...¿las hormonas también maduran?

Todos hemos sentido la fogosidad del deseo, y en la veintena eso se manifiesta más en el deseo DE alguien que no en el deseo POR alguien, y me explico.... importa más el qué que el con quien. Nuestro cuerpo es presa del influjo de la luna, y cuando está llena aullamos, buscando con quien desfogar esa energía que nos gobierna.

Con el tiempo, lo que antes podía parecernos una experiencia satisfactoria por su variedad, la novedad y la sensación de conquista, se vuelve algo conocido y tedioso, porque no nos engañemos, el sexo en sí no tiene tantos secretos, y después de unos años faltan los ingredientes que hacen que el sexo se convierta en algo diferente.

¿Qué ingredientes son esos? Ahí es donde interviene la madurez, que calma en cierta medida ese torrente hormonal, dándonos cuenta de que en realidad la mente es el afrodisíaco por excelencia, que el juego y la complicidad son la aceituna de este martini, que no importa un michelin más o menos, que el físico tiene su importancia pero no lo es todo... y cuando anoche me preguntaron... teniendo que elegir entre un tío muy guapo pero sin conversación y soso, y un tío más bien resultón pero que te hace reir ¿con cuál te quedas para tener sexo?... lo tengo claro... dame alguien con quien comentar la jugada a la hora del desayuno, con quien intentando la posición más complicada del kamasutra terminemos hechos un ovillo y nos partamos de risa con ello, con quien pueda despertarme abrazada y sintiendo una mano cálida acariciando mi pelo, con quien pueda imaginar qué animales representan las sombras que se forman en el techo por el reflejo de la farola de la calle, con quien una ducha sea un perderse entre un torrente de sensaciones, con quien pueda apreciar el estruendoso sonido de un silencio, y la profundidad infinita de una mirada....


No hablo de amor, ¿o sí?... hay amores y amores, y nos han enseñado que solo existen unas pocas clases: el fraternal, el de pareja, el compasivo, y en cierta forma el de la amistad... pero hay tantos grados que intentar definirlos todos sería imposible. El amor es simplemente el aprecio, la aceptación, la comprensión, la proximidad, la admiración, el agradecimiento, la conexión.... es un vínculo con alguien que hace que esa persona tenga un brillo especial a nuestros ojos. Con ello quiero decir que con el tiempo nos damos cuenta de que como se disfruta plenamente el sexo es con amor... en el grado que sea... puede ser solo cariño, puede ser más que eso, pero que cuando existe ese vínculo entre las dos personas es cuando la energía fluye, cuando se va más allá del mero disfrute físico, para llegar a un disfrute más emotivo, más profundo, que tiene que ver con compartir la verdadera intimidad de quienes somos (Shahaylu).

Para poder llegar a ese grado de intimidad, es preciso haber madurado como persona, saber apreciar lo que realmente vale la pena, conocer el dolor de la pérdida nos hace más sensibles a la alegría de un encuentro afortunado, y si en ese madurar hemos aprendido que no es posible retener la experiencia más allá del Ahora, podremos disfrutar cada momento que pasemos con esas personas especiales, sabiendo que esos momentos son únicos e irrepetibles.


La espiritualidad no está reñida con la diversión, muy al contrario. Tendemos a asociar lo espiritual o místico con la religión, la iglesia, etc, pero en realidad no es más que la experiencia de esa conexión de la que hablamos aquí, y que puede expandirse a todas las personas que nos rodean. Es otra clase de amor, primitivo, entretejido en el ADN del mundo, que hemos olvidado, pero que es el que en definitiva da sentido a lo que vivimos. Es el Amor al que me refiero cuando hablo de hacer el Amor, que no tiene nada que ver con la posesión, con el mañana, con la continuidad, con el compromiso... tiene que ver con el ahora, con el estar entregado en el presente, con estar abierto para la otra persona, con el existir, con el fundirse... A veces complicamos tanto las cosas que algo tan natural como disfrutar de la presencia de otra persona se convierte en un contrato de por vida. Para mi... ese es otro asunto totalmente distinto.

18 de enero de 2010

La fuerza del cariño...

Hoy quiero decir muchas cosas, y de tanto que quiero decir no sabía por donde empezar, hasta que la inspiración ha venido de la mano de un buen amigo que me ha mandado el siguiente video:




Todos viajamos por la vida con nuestras heridas, algunas tan importantes que se convierten en minusvalías, tanto físicas, como emocionales, que creemos que nos limitan y nos impiden disfrutar de la vida plenamente.

Cuando te reúnes con un grupo de gente dispuesta a abrirse, se puede mostrar tanto el valor como la miseria, tanto la esperanza como la tristeza profunda, y en ese compartir, al observar a los demás y a ti mismo, te das cuenta de que todos somos participantes en una carrera que tiene un único fin: ser felices a pesar de todo, a pesar de nosotros mismos, a pesar del tiempo, a pesar de lo que creemos que nos hunde, y que en esa carrera todos intentamos sacar el mejor partido posible de nuestro corazón remendado, de nuestra alma maltrecha, pero.... si realmente hay unión en ese grupo, si realmente se produce la magia de la empatía, cuando uno cualquiera cae por el camino, nadie puede llegar a ser plenamente feliz sin al menos haberse detenido a ofrecer su mano, y que si caminamos todos juntos codo con codo, podemos llegar todos juntos a la meta, con la certeza de que, ocurra lo que ocurra, sea lo que sea que nos une o que nos separa, en ese momento no importa en absoluto, porque somos UNO.

La gratitud es un sentimiento que desborda por su intensidad y profundidad, porque nace en lo más recóndito, en el centro de la humildad, y este fin de semana me he sentido desbordada, por la capacidad de superarse, la voluntad de entregarse de un grupo de personas que eran desconocidos para mi hasta hace unas semanas, y que con su fortaleza, con su ánimo, me han demostrado una vez más que el cariño no entiende de tiempo, ni de distancias, ni de diferencias, que lo único necesario es la generosidad de corazón de la buena gente.
Gracias a todos y cada uno, por vuestros abrazos, vuestra presencia y vuestro cariño.

14 de enero de 2010

Vale por....

Hace unos días me pasaron este vale, y he pensado que para que no se me pierda (que me conozco...) mejor dejarlo aqui, así de paso, si alguien quiere imprimírselo y usarlo, pues encantada. Así que si nos vemos, no dudes en sacar el vale, y si hace falta hacemos moviola, que los abrazos nunca pasan de moda.


13 de enero de 2010

FLASHMOB en Barcelona 10-01-10



¿Qué es un Flashmob?

Consiste en un grupo numeroso de gente que se agrupa de repente en un lugar público para representar algo inusual durante un breve periodo de tiempo y que después se dispersa.



¿Cuál es la gracia?

Se mueve tal cantidad de energía... la gente comparte mucho antes de participar, la ilusión es contagiosa entre amigos, parientes, compis, todos quieren aportar algo o al menos no perdérselo. Contiene la esencia misma de lo que la gente es capaz de hacer cuando está motivada... para lo bueno y para lo malo, y éste es un claro ejemplo de que la unión hace la diversión... no solo la fuerza.

Recomendado para todos los públicos. Apúntate a la siguiente y búscame entre los que bailan, garantizado que nos reiremos un rato.

Flashmob Barcelona

Otro ejemplo de Flashmob:



12 de enero de 2010

La magia de la vida


Lo cierto es que nunca deja de sorprenderme la velocidad en la que todo se transforma, un día puedes estar al borde del abismo y al siguiente a las puertas del cielo, hay que estar siempre atento para no perderse ni un detalle de lo que sucede a nuestro alrededor, porque en cualquier instante hay magia flotando en el ambiente.

Hace tiempo creía en los ángeles, quizá no literalmente, pero sí en criaturas que aparecían en los momentos en los que les necesitabas, y de esas personas han habido unas cuantas a lo largo de estos años, y te dejan un recuerdo imborrable... aún recuerdo aquel chico en bicicleta que se detuvo, se dió la vuelta y vino hacia mi solo para decirme que desprendía un brillo especial, ese día yo no estaba muy bien de ánimo, mi autoestima flaqueaba, y esas palabras fueron suficientes para recordarme que, en todo momento, una luz brilla en el interior de cada uno, y que los demás son sensibles a su intensidad.

Reconozco que mi intensidad a veces puede ser abrumadora, que tengo amistades que me dicen que después de hablar conmigo sienten que tienen que salir disparados a hacer... lo que sea!! que ni siquiera saben el qué. A veces puedo resultar agotadora, no porque sea una pesada (o espero que no sea por eso, al menos ^^) sinó porque muevo la energía a mi alrededor a gran velocidad, y eso marea cuando no se está acostumbrado.

Y entre esos movimientos, hoy ha sido de nuevo un día mágico, de los que empiezas que no darías ni un euro por él, y te retiras con una sonrisa en los labios.... Gracias vida, no sé como lo haces, pero haces que estar vivo sea algo especial.

11 de enero de 2010

Ilusión


La ilusión es una delicada criatura que nace en el núcleo de nuestro ser, se alimenta de esperanzas y posibilidades, y crece hasta convertirse en el envoltorio de nuestro mundo. Toda ilusión tiene un elemento de irrealidad o de proyecto escondido como semilla, de ahí que pueda llegar a realizarse o no. Mientras permanece en su capullo irradia luz, es una luz verdosa, cálida y etérea que guía nuestro camino como las luciérnagas, y no hay ilusión mayor que la del amor compartido. Esta criatura palpita al son de dos corazones, de dos voluntades y crece el doble que el resto de ilusiones, tiene vida propia y su luz es capaz de iluminar una noche oscura, de mostrar el camino a través de la niebla de la incertidumbre.

Pero no todas las ilusiones crecen hasta desarrollarse, algunas quedan maltrechas por el camino, deformes, sin sustancia. Una ilusión compartida necesita ser alimentada, y cuidada por ambas partes o pierde fuerza, de ahí su aspecto contraído y triste. No puedo quedarme mirando sin hacer nada, viéndola retorcerse incapaz de seguir adelante, y sólo hay una cosa que pueda hacer... liberarla. Con dedos trémulos abro las puertas de mi corazón, y la veo levantarse a duras penas. Nos miramos en un último instante de comprensión y sé que aún tiene fuerzas... debes volar Ilusión, ahora que aún puedes, no te quedes atrapada hasta perecer. La empujo levemente hasta el límite y en una profunda señal de respeto le indico el espacio exterior. Adelante... vuela alto, vuela lejos y quizá..... quizá en algún instante vuelvas a mi, pero de momento eres LIBRE.



9 de enero de 2010

La casa del lago (2006)



Para aquellos que no hayais visto la película, no veais el vídeo, os la estropearía porque es el final, y para aquellos que la habeis visto.... qué decir del valor de la espera, del momento adecuado.... cuantas veces hemos deseado que algo ocurriera y por más empeño que le ponemos no parece cuajar, no se realiza nuestro sueño... algún tiempo más tarde, y si ha de ser, se producen las condiciones adecuadas, todas las piezas encajan finalmente en su sitio y ocurre aquello que tanto anhelábamos, quizá no en la forma que esperábamos, pero sí en la más conveniente. Esperar puede poner a prueba el ánimo más decidido, pero como dice uno de mis dichos preferidos... todo llega para quien sabe esperar. Y la forma de esperar no es con impaciencia, sinó con certeza, con la tranquilidad de que existe un orden de las cosas que aunque no sea asequible para nosotros, aún así funciona..... Confianza es la clave.

Gracias por las palomitas y por la compañía, siempre se disfruta más de las cosas cuando se pueden compartir.

8 de enero de 2010

Idealización vs Admiración


Cuando tenemos la suerte de conocer a alguien que puede llegar a ser importante en nuestra vida, nos sentimos emocionados, ilusionados, y por nuestra mente pasan cientos de imágenes, de momentos aun por venir, en los que podríamos compartir nuestro tiempo y nuestro ser con esa otra persona. Es inevitable dentro de esa ilusión inicial imaginar que esa persona colma todas nuestras necesidades y expectativas y la construímos a imagen y semejanza de nuestros deseos, la idealizamos a partir de nuestra fantasía de lo que nos gustaría que fuera, y deseamos que esté en nuestras vidas tanto como sea posible, intentando hacer ese sueño realidad.

Con el tiempo, si realmente esa persona nos importa, bajamos de las nubes en las que vivimos tan a gusto y ponemos atención a la persona real, de carne y hueso, y al escucharla y observarla podemos pasar de la idealización a la admiración. Admirar a alguien es sorprenderse ante su forma de ser, es sentirnos de alguna forma identificados o representados, es reconocer cualidades latentes expresadas de forma atrayente, pero ante todo admirar se basa en la realidad, no en una fantasía.

Por supuesto la persona admirada no pasa a ser perfecta por el hecho de ser una especie de modelo para nosotros, pero para crecer a veces es necesaria una dirección, y lo que vemos representado en esa otra persona se convierte en un destino deseado para nuestra personalidad. Otras veces no es el crecimiento lo que nos atrae de su presencia en nuestras vidas, sinó la posibilidad de compartir parte de nosotros que vemos reflejado en su forma de pensar, de sentir, de ver el mundo que nos rodea, queremos fluir en una conversación sin fin, de alma a alma, disfrutando del simple hecho de ser humanos y de ser afines.

La idealización se vive hacia dentro, es un mundo particular hecho a medida, la admiración es nuestra valoración de lo que otra persona nos aporta, y se dirige hacia esa persona. Ambas formas son válidas, ya que fantasía y realidad son dos mundos entrelazados, sólo hay que tener presente que nuestro ideal nunca tendrá forma carnal, ya que si así fuera nos decepcionaría al no parecerse a lo que imaginábamos, y que la persona a la que admiramos no deja de ser alguien en crecimiento, y que es posible que en algún momento ya no necesitemos de su ejemplo, porque nosotros mismos habremos llegado a ser lo que representaba para nosotros.

Soledad: nuestra eterna compañera


En las tardías horas de la noche, cuando todo el mundo duerme, es el momento en el que me asalta esa sensación de soledad, que me inquieta y me pregunto ¿porqué me siento sola? Estoy rodeada de gente que me quiere, gente que me acepta, que me apoya... ¿y porqué aún así se produce esa sensación de soledad en mi vida?
- Ejem... si me permites, creo que puedo contestarte a esa pregunta. -Su voz es cálida y afectuosa.
- ¿Ah sí?¿Y quién eres para saber la respuesta a esa pregunta? - no puedo evitar sentir curiosidad.
- Soledad, tu eterna compañera - vaya, eso sí me ha sorprendido, no esperaba que la voz de la soledad tuviera esa calidad, más bien la esperaba gélida y dura.
- Quieres decir.... que siempre vas a estar a mi lado, que siempre me sentiré sola, - ese pensamiento me produce cierto desconsuelo.
- Siempre estoy contigo, pero no siempre estoy presente, aunque sin mí no podrías seguir disfrutando de los momentos en los que te sientes plena.
- ¿Cómo es eso? Parece una contradicción, como el que me digas que siempre estás conmigo, porque entonces no estaría nunca sola.
- Y en realidad nunca lo estás. Pasas mucho tiempo observando hacia el exterior, el ir y venir de los demás, el devenir de los acontecimientos, el transcurrir de lo cotidiano, y cuando llego yo, con esa sensación de vacío en el pecho, te obligo a cambiar la dirección de tu mirada hacia dentro, y es entonces cuando puedes valorar todo lo que has vivido. Si no fuera así, vivirías tan volcada en tu mundo exterior que olvidarías por completo que tienes un mundo interior también por descubrir, igual de rico y de pleno que el otro.
- Ya entiendo... entonces cuando tú estás presente, en realidad soy yo quien está presente...
- Así es. Con mi presencia te ofrezco un regalo, el que puedas ser tú misma, sin pretensiones, sin expectativas de nadie, sin roles que cumplir ni obligaciones, a solas contigo misma, un espacio de honestidad, donde nadie más que tú puede entrar, donde no necesitas juzgarte, sinó comprenderte.
- Bueno... sabes que no es exactamente así como sucede, que no siempre cuando hablo conmigo tengo esa comprensión, y que puedo ser muy dura al valorar lo que he hecho durante el día.
- Lo sé, por eso te sugiero que la próxima vez sientes en esta silla a tu Crítico interior, y hables con él como lo estás haciendo conmigo, quizá así entiendas el porqué de esos juicios.
- Vaya, Soledad... hoy me has traido dos regalos, el de tu compañía y un nuevo amigo. Seguiré tu consejo y por cierto.... eres bienvenida, ven a charlar conmigo cuando quieras.
- Es lo que siempre hago, querida... siempre estoy ahí, recuérdalo. Y ya no necesitas intentar llenar desesperadamente tu vacío con actividades, personas, libros, películas... date tiempo para viajar hacia adentro, hay mucho más por descubrir.
- Así lo haré... y gracias por hablar conmigo.
- Gracias a ti por aceptarme.

Despiertas por la mañana

7 de enero de 2010

At last (featuring Etta James)

Una de mis canciones favoritas, no he podido evitar la tentación...



At last
my love has come along
my lonely days over
and life is like a song

Ooh, yeah, yeah

At last
the skies above are blue
My heart was wrapped up in clover
the night I looked at you

I found a dream
that I could speak to
A dream that I
can call my own
I found a thrill
to press my cheek to
A thrill that I have never known
Ohh, yeah, yeah

You smile
you smile
Ooh and then the spell was cast
And here we are in heaven
for you are mine at last

6 de enero de 2010

Un simple gesto de ternura


Cuando no estás en tu centro, algo en tu interior te impulsa a buscar el equilibrio, dando tumbos, buscando caminos, esperando encontrar esas piezas que se han desestabilizado en el delicado puzzle de tu personalidad. Aquí cada cual tiene su propio estilo, y el mío, como buen caballo de fuego que soy (horóscopo chino), es un galope desbocado que me lleva a veces por caminos sinuosos, estrechos, que terminan en un zarzal sin salida, y otros me conducen hasta páramos de una belleza tal que toca la fibra más sensible de mi ser.

El Amor (en mayúsculas) es lo que nos da vida, es esa fuerza impulsora que mueve los engranajes de nuestra existencia, y es necesario en todas sus formas, tan necesario como el aire que respiramos, porque en ese aire también hay pequeñas partículas de amor.Y cuando has estado un tiempo en carencia, cuando tu corazón no ha tenido forma de expresarse, cuando has anhelado el afecto, imperceptiblemente se crea una coraza protectora, porque esa ausencia duele, y duele profundamente.

Y no te das cuenta de la profundidad de ese dolor, del grosor de esa coraza, hasta que alguien se acerca lo suficiente para decirte: te veo, y sé lo que sientes, yo también he estado ahí. Ese simple gesto de comprensión, de ternura, hace que la coraza caiga hecha añicos, y te deja desnuda ante la vida, vulnerable a tus propias necesidades, pero a la vez te libera para poder crecer, porque nadie puede crecer dentro de los límites de la jaula de la protección.

A principio de año, el día 1, cogí una carta, la que marcaría la tónica de este año, y cuando ví que era la Torre, contuve el aliento, sabiendo lo que eso significa: removerlo todo en mi vida, destruir para poder construir, y al mismo tiempo suspiré aliviada, porque después de una Torre, el crecimiento es tal que te sientes como el ave fénix, llena de fuerza, de intensidad, de conexión y de comprensión.

Destruir es la parte más difícil, nos conformamos con lo malo conocido quizá por miedo a que lo que pueda venir sea peor aún, intentamos negociar hasta la última migaja de felicidad que hay en nuestra vida, intentando evitar que desaparezca, recurrimos a experiencias incluso extremas en ese deseo de retener quienes fuímos... sabiendo que antes de poder construir hay un breve periodo de limpieza de escombros, de vacío, de transición, en el que nos sentimos desamparados, en el que las profundidades son tales que nos da vértigo mirar... es el salto de fe necesario para aceptar lo que ha de venir. Si no existiera esta sensación de vacío caeríamos en la tentación de buscar sin descanso hasta la extenuación.... y cuando el vacío llega solo hay una cosa que se pueda hacer: confiar.

Es el momento de dejar actuar a esa parte de nosotros que conoce y que reconoce, que sabe lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, que sabe dónde tiene que buscar para encontrar las nuevas piezas que construirán un nuevo castillo, más acorde a nuestro crecimiento. Funciona por intuiciones, por impulsos, por encuentros, por coincidencias, por momentos en los que la certeza de estar en el camino correcto es abrumadora, por vibraciones, por sentires... aquí no hay razón que valga, porque nada puede tener aún sentido hasta que el conjunto esté construído y el plano no está en nuestras manos... al menos no todo.

Si permanecemos atentos a lo que nos rodea, a lo que nos acontece, podemos ser capaces de vislumbrar la estructura, los cimientos de lo que se está construyendo, podemos sentir la solidez de los vínculos que se están formando, el devenir fluído de los acontecimientos, que paso a paso, pieza a pieza, construyen nuestra nueva realidad. Siento que en esta vida he vivido ya al menos cinco vidas, y en cada una de ellas he sido diferente, o he organizado mi personalidad de forma diferente, para vivir desde otros puntos de vista, desde otros montes, porque desde cada cima se observa un paisaje distinto.

Y ahora estoy subiendo lentamente por este nuevo monte, de la mano de personas afectuosas, sabias, experimentadas, que vuelcan su cariño en mi, que aligeran el peso de mi mochila, que con su sola presencia alivian mis pies cansados y dan de beber a mi sediento corazón, y me siento esperanzada, ilusionada, feliz ... sabiendo que la oscuridad que me envolvía está iluminándose en este nuevo amanecer, y estoy agradecida por, una vez más, haber renacido de las cenizas.

Gracias de todo corazón a todas esas hermosas almas, esos corazones bondadosos y cálidos que me acompañais y que haceis que mi camino sea un paseo entre las nubes. Gracias.....

4 de enero de 2010

Carta a los Reyes Magos

!!Pero qué despiste!! Menos mal que al escribir la entrada sobre pedir... me he acordado de que no he escrito la carta a los Reyes Magos. Dicen que pedir no es de humildes, que hay que ser agradecido con lo que viene, y no digo que no... pero si lo que viene se ajusta a nuestros gustos pues mucho mejor ¿no?

Queridos Reyes Magos,


Para este año me gustaría poder mirar alrededor y ver muchas, muchas sonrisas, que la esperanza brillara en los ojos de la gente, que los temores quedaran aplacados con realidades, que compartiéramos lo mucho o lo poco que tenemos, porque a veces no hace falta gastarse dinero, es solo cuestión de alargar la mano, o de un abrazo cálido, o de una conversación desde el corazón, porque incluso las espaldas más fuertes necesitan en quién apoyarse de vez en cuando. Y aunque parezca algo típico, ojalá no hiciera falta pedirlo, pero aun sigue siendo necesario: Amor, calidez, amabilidad y fe... en lo que sea, en quien sea, pero la fe nos mantiene en pie, y este año quien más quien menos tenemos nuestros baches y apreturas.... y si queda algo en el fondo del saco, pues ya puestos... la paz mundial.

PD: este año los camellos van a tener que repartirse los cereales, que no da más de sí la burra.

Pide y se te dará


Pide y se te dará.... lo que nadie te dice es que le añadas mucha letra pequeña, porque cualquier resquicio es bueno para el destino burlón, y creo que sería justo añadir un refrán que reza... y si no quieres caldo, dos tazas. Cuando miramos al pasado y queremos rescatar lo bueno, pedimos poder volver a vivir esa experiencia, y si no das más detalles, eso es lo que tienes: exactamente la misma experiencia con distintos protagonistas. Solo que yo ya no soy la misma persona, así que espero no cometer los mismos errores.

Universo, destino, orden general de las cosas, ten piedad de mi, y por una vez dame un aprobado... aunque sea en Septiembre...

La ley de la Atracción


Si alguien me pregunta ¿cuál dirías que es el misterio qué más preocupa a la humanidad?, ¿el origen del universo?, ¿la existencia de Dios?, ¿qué hay después de la muerte?, sin duda respondería que creo que el misterio que más nos tiene fascinados es la atracción entre las personas, lo que hace que alguien nos caiga mejor o peor, que busquemos su amistad o la evitemos, y la más conocida de todas: la atracción romántica.

Hablamos de química, de feeling, de energías, y todo ello se relaciona con nuestra personalidad, que es compleja, cambiante, y que evoluciona con nuestra interacción con los demás. Todos hemos rellenado alguna vez ese cuestionario en la revista de la sala de espera por el que intentamos averiguar quienes somos ¿eres tímido?¿eres apasionado?¿eres alguien con éxito en la vida?... Saber quienes somos resulta vital si queremos comprender lo que sucede a nuestro alrededor, ya que nuestra personalidad es un imán, tanto para las personas como para las situaciones.

A lo largo de la vida se producen dos tipos de relaciones: las de contraposición y las de afinidad. Ambas son útiles y nos ayudan a crecer, pero funcionan de forma diferente. En una relación por contraposición nos encontramos ante alguien cuya personalidad desarrolla algunos aspectos que permanecen dormidos en nosotros, y de repente, alguien muy organizado, extrovertido, con ciertas dotes de liderazgo nos parece atractivo a nuestros ojos tímidos, introvertidos y poco sociables. Ahí diríamos que alguien nos "complementa". "Es que es todo lo que me gustaría ser, por eso me encanta"... nuestra personalidad bulle de emoción al darse cuenta del potencial que hay en una relación así: podemos aprender de alguien a quien admiramos, para desarrollar esa parte de nosotros que necesita un refuerzo.

Y así es hasta que ese anhelado crecimiento se produce... o no. No todo el mundo es consciente de porqué se siente atraído por alguien, sólo sabe que esa persona se ha convertido en el centro de su atención, sus pensamientos, su deseo (ya sea para ser su pareja o para una amistad). Hay muchas parejas y amistades que sorprenden por lo diferentes que son el uno del otro, y que aún así parecen tener una vida armoniosa, y podríamos decir que parece cierto que "polos opuestos se atraen". Se atraen... hasta que dejan de hacerlo.

Cuando hemos desarrollado esos aspectos "complementarios", nos damos cuenta de que, por más organizados que intentamos ser, o cuanto más nos esforzamos por ser extrovertidos y organizados, jamás llegaremos al mismo punto en el que está la otra persona. Y eso en algunos aspectos no es demasiado relevante, pero en otros sí. Ser demasiado opuestos implica que, para funcionar en equilibrio, hay que lograr adaptarse o desarrollar esa parte de nosotros que nos resulta extraña, y se consigue, pero sólo en un porcentaje, y al final nunca se llega a un punto intermedio entre ambos, produciéndose a partir de ahí los roces: "pero si yo me esfuerzo en ser ordenado, en dar conversación a tus amigos, en participar en las actividades que organizas constantemente", "sí, pero no te esfuerzas lo suficiente".... si lo único que nos mantiene unidos a esa persona son los aspectos contrapuestos, con el tiempo sentimos que no se valoran nuestros esfuerzos por crecer, y aunque en conjunto hemos evolucionado, nunca parece suficiente y con el tiempo esta clase de relación se va muriendo en el mar de los reproches.

En una relación por afinidad, sin embargo, nos vemos reflejados en la otra persona, ya que su personalidad es básicamente una copia de la nuestra, es "nuestra alma gemela", es cuando no hace falta que digas lo que estás pensando porque el otro lo acaba de decir en voz alta. Esta clase de relación, sobretodo al principio, es un torrente de exclamaciones constante: "vaya, parece que me hayas leído el pensamiento" "!yo también soy aficionada a los Sudokus complicadísimos!" "¿cómo? ¿qué tienes esa primera edición de El principito que llevo años buscando?"... todo parece mágico e increíble, y cualquier conversación o actividad conjunta es un contínuo potenciarse, las horas pasan volando y parecen envueltas en un halo de ilusión y alegría. Esto cumpliría con la ley de que "lo semejante atrae lo semejante", y las relaciones de este tipo son un continuo fluir... hasta que se estancan. Nos centramos tanto en aquello que compartimos que seguimos dejando olvidados esos aspectos menos desarrollados, que terminan por reclamar su momento de atención, y al aparecer, si no estamos preparados para ello, se interponen en esa armonía ilusoriamente perfecta.

Entonces.... ¿qué tipo de relación es la mejor? Pues una mezcla de las dos, por supuesto, ya que cada una cumple con su cometido. Y ahora seguro que alguien me dirá... pero eso no es posible... Pero sí lo es, si somos conscientes de quienes somos y atendemos a todos los factores de nuestra personalidad. No es que tengamos que buscar a alguien 100% compatible, tanto en lo que nos parecemos como en lo que nos oponemos, ésa sí es una misión imposible... se trata de saber que con cada persona que nos relacionamos tenemos la oportunidad de desarrollar nuestra personalidad en aquello que nos caracteriza (nuestros aspectos más fuertes) y en aquello que nos gustaría ser (nuestros aspectos más débiles), porque todos ellos están presentes y la armonía, la paz interior, surge del equilibrio entre todos ellos.

Para ello es preciso renunciar a una idea ampliamente difundida de que nuestra pareja ideal es la única que nos hará felices. Sólo nosotros podemos hacernos felices, y para ello buscamos relacionarnos con aquellas personas que nos ayudan a crecer, a sentirnos cada vez seres más completos y por tanto, más complejos. Cuanta más complejidad, mayor flexibilidad, que nos permite adaptarnos y comprender a toda clase de personas. El secreto, en este caso, está en no diferenciar la clase de relación que tenemos, si es una amistad o una relación amorosa, sinó en si esa relación nos permite completarnos a nosotros mismos. Y a partir de ahí, disfrutar de nuestra forma de ser, aprender a admirarnos y a compartir lo que somos con los demás, sabiendo que somos únicos y que nuestro grado de compenetración, de conexión con otro ser humano será solamente un porcentaje. Aprendamos a convivir desde nuestra búsqueda de la plenitud, sin traspasar a los demás nuestra responsabilidad de crecer.

3 de enero de 2010

La baliza


Había llegado el día, podía sentirlo en la anticipación que se adueñaba de todo su ser. Siempre empezaba de esa forma, una oleada de certidumbre y esperanza que la invadía hasta desbordarse en ternuras, dejando a su corazón anhelante de nuevas sensaciones. Había llegado el momento de lanzar de nuevo su baliza. Hasta entonces el miedo al dolor, a una nueva pérdida, la había hecho replegarse en sus silencios, en su soledad, protegiendo lo más sagrado de si misma: su intimidad. Nadie tenía permiso para franquear esos muros y así, pasaban de largo aquellos seres que la observaban, a la espera de su despertar.

Pero al fin el dolor amainaba, como lo hacen las tormentas, y a pesar de algunos mástiles rotos, de alguna vela desgajada, el navío podía seguir navegando, rumbo a las cálidas costas del amor. Con cuidadoso detalle dibujó en su baliza trazos que condujeran hacia ella a quien fuera capaz de descifrar sus enigmas. Con los años los trazos eran más y más complejos, la trama más difícil de desentrañar, y las posibilidades de encontrar a alguien capaz de comprenderlos disminuía, pero a cambio, la exquisitez de las presencias que se acercaban a estudiar su baliza cubrían con creces la merma de oportunidades. El paladar se vuelve exigente con los años, cuando la saciedad del exceso impone su criterio, y con el tiempo aprendemos a discernir qué es lo que realmente queremos, y qué es lo que nos llena y satisface.

Algún curioso parecía acercarse a su baliza. Sus trazos dorados sobre fondo arcilloso llamaban la atención, la elegancia de su diseño y lo intrincado de su esbozo atraían a almas inquietas y curiosas, ávidas de profundidad y contenido, hastiadas de las balizas multicolores al final vacuas e insustanciales. Alguno incluso se permitía rozar sus relieves y sentir el hormigueo y la calidez que tal contacto prodigaba, adueñándose de él el ardor de la codicia por envolverse más aún en esa tibieza obsequiosa. Ella podía sentir esos roces en las lindes de su corazón, el cosquilleo de la aproximación curiosa y se preguntaba si habría alguien suficientemente arriesgado para penetrar en las capas profundas de su baliza. Sabía que debía ser alguien osado, temerario, porque el abismal relieve de su mundo interior podía amedrentar al más aguerrido de los exploradores.

Pero no iba a permitirse desfallecer, porque esta vez estaba dispuesta a no sucumbir a la comodidad de la imitación, a la seguridad de la complacencia sin límites. No era necesario para su corazón bondadoso volcar todo su contenido en un pozo sin fondo. Estaba convencida de que podría encontrar otro corazón pleno, que buscara compartirse en los deleites de sus emociones. Y fue entonces cuando apareció.

Engalanado de prestancia se acercó a su baliza. Ella contuvo el aliento al entrever la gallardía de su porte, preguntándose si resultaría atrayente el diseño de su baliza para alguien de su apostura. No tuvo que esperar mucho para notar los primeros roces en sus relieves más expuestos, recorriéndola un cosquilleo ansioso y esperanzado. Su toque era refinado y delicado, como las olas de un suave mar en calma que se acercan a la orilla de la playa a besar las dunas de la arena. Durante días esas caricias en los resaltos de su ser la enaltecieron de deseo por conocer a quien, con tal afecto, revivía las mortecinas ascuas de su feminidad. Poco a poco esas ternezas iban alcanzando el borde de la sima y ella contuvo el aliento, inquieta por averiguar si el arrojo del aventurero se vería sobrepasado por la magnitud de la hazaña a la que se enfrentaba. Para su inmenso regocijo, este avezado y experimentado viajero, conocedor de mil y una balizas, buscaba un lugar que le proporcionara el solaz de la comprensión, la ternura de la bienvenida, el alivio a sus cansados pies, que llenara sus tristes soledades de risas y que potenciara sus más secretas inquietudes creativas. Y lo que para otros pareciera un barranco de peligrosa inclinación y sin fondo, él podía divisar un valle próspero y fértil, surcado por las aguas sinuosas de un arroyo cantarín y alegre, lleno de vida, que proporcionaba calma al sediento, y alimento al que en sus lindes se estableciera.

Y es que no importa cuan escondido esté ese mundo interior, si dejamos piedrecitas blancas en el camino y algunas viandas para los viajeros osados, la curiosidad les impulsará a seguir andando. Pero si al final del camino no hay un valle verde, de campos sembrados prestos para la cosecha, donde luzca el sol incluso entre los nubarrones de tormenta, donde al final del día un arco iris surque el cielo despejado, nadie en su sano juicio se aventuraría a construir su hogar en un páramo yermo donde, con total seguridad, perezca de inanición.

El último autobús


Es cierto que viviendo en un pequeño pueblo una se pierde muchas cosas, sólo por el hecho de no disponer de vehículo propio. Cuando tus amigos quedan para ir a ver un espectáculo todo depende del horario para ti, debe terminar a tiempo de coger el último autobús o quedarte a dormir en casa de alguien, pero con el tiempo hasta eso resulta un engorro, para ti misma porque tienes que ir con tu mochila a cuestas y alternando a quién pedírselo para no resultar pesada, y para ellos, que no siempre tienen el tiempo, el espacio o el humor para tenerte en su casa (más que no apetecerles tu compañía, lo que no les apetece es tener que limpiar para tener la casa presentable. A veces me pregunto donde han quedado esos amigos capaces de convivir con el polvo sobre las estanterías, los restos de pizza de la noche anterior y la ropa adornando las estanterías).

La sensación de estarme perdiendo gran parte de la diversión me acompaña mientras me acomodo en el asiento delantero del autobús, el mismo de siempre, en el último autobús de la 1:35 de la madrugada. No es justo que tenga que irme antes de que termine el baile y comprendo perfectamente la sensación de frustración de Cenicienta al sonar las doce campanadas. En algunos casos los dichosos cuentecitos resultan hasta útiles, y no puedo evitar desear que, como en el cuento, aparezca un príncipe azul que me rescate en su hermoso descapotable y me lleve a la fiesta de nuevo. Está bien, no hace falta que sea un descapotable….podría ser incluso una vespino…o incluso podría ser un autobús, éste autobús.

La semana pasada Miguel, el conductor habitual, me comentó que había pedido el cambio de turno, que ese le venía fatal porque nunca llegada a coincidir con su mujer, que se levantaba muy temprano para ir a trabajar, y que sus horarios estaban tan descompensados que apenas coincidían. Me apenó el saber que no volvería a verle, porque gracias a nuestras conversaciones la hora de trayecto se convertía en apenas unos minutos. Me gusta conversar, conocer a las personas con las que coincido habitualmente. Hasta que apareció él….ahí dejé de conversar para pasar a soñar despierta.

No estaba preparada para subir ese Viernes al autobús y que me recibieran esos preciosos ojos verdosos y esa linda sonrisa. Creo que perdí unos cuantos latidos de mi corazón que han sido imposibles de recuperar…¿acortará eso la vida?...porque si es así, la mía está hipotecada desde ese día, condenada a perder latidos de vida mientras espero en la parada, rogando que una noche más sea él el conductor del último autobús.

Tengo siempre mucho cuidado de ser la primera en subir, no me importa lo que tenga que hacer o lo que tenga que esperar para serlo, quiero ser la primera en desearle las buenas noches con mi mejor sonrisa, y en darle el dinero que tengo cumplidamente preparado para pagarle el billete….Sí, lo sé, es mas económico comprar el abono de diez viajes, pero eso implicaría pasar de largo en dirección a la maquina canceladora, y me privaría de mi pequeño juego. Vereis…conozco el límite hasta el que puedo darle para que me devuelva cambio, así que voy variando la cantidad para que no se note que lo que pretendo es dejar las monedas en su mano y que me devuelva el resto en las mías. Eso no es posible, pensareis, porque siempre las dejan en esa especie de bandejita que tienen al lado de la máquina expendedora de billetes, pero…¿qué ocurre cuando colocas el bolso encima para buscar el monedero? Muy sencillo…que tiene que extender la mano para recibir el dinero. Intento ser discreta y que no se note que con las yemas de mis dedos acaricio su palma al dejar las monedas, sutilmente, tengo el gesto muy ensayado para que parezca algo natural, y además, ese juego me permite el tiempo suficiente para intercambiar algunas palabras más como…¿qué tal ha ido la noche?, o, hoy pareces un poco más cansado…pero es muy reservado, tan reservado como guapo, y ese intercambio de palabras se termina pronto.

Y entonces empieza el intercambio de miradas, al controlar los retrovisores laterales, al saludar al resto de pasajeros mientras van subiendo, al comprobar que están todos sentados…No os podeis imaginar cuanto da de si el ángulo de visión, dicen que podemos ver hasta 180º con la visión periférica, pero yo creo que cuando te gusta alguien los sentidos se acentúan y se aumenta esa capacidad hasta los 210º, porque eres capaz de captar cada leve gesto que realiza, como si tuvieras ojos en las orejas, esperando que sea el que te permita establecer contacto con él.

Por supuesto la vista no es el único sentido que se acentúa, el olfato se convierte en un aliado para alterar todo tu sistema hormonal y emocional…debería estar prohibido oler tan bien cuando uno está trabajando, porque dan ganas de colocarse detrás de él y olfatearle durante todo el trayecto, esnifando esa fragancia como si se tratará de los vapores de alguna droga…de hecho, apostaría que una parte de mi lo hace.

Hay otra parte de mi que no se conforma con la corta distancia que nos separa, y que se coloca de forma invisible a su lado, jugueteando con ese cabello oscuro ensortijado, dejando deslizar los dedos con lentitud como si desenredaran una madeja de lana. Incluso puedo llegar a sentir el tacto algo aceitoso de esa gomina que usa…me pregunto como debe ser su pelo recién lavado…no debería haber pensado eso…ahora me pregunto como debe verse su cuerpo al resbalarse las gotas de agua y espuma hasta esos rincones en los que me gustaría perderme..noto que me sonrojo, pero no creo que él sea consciente de eso, ni de los pensamientos que tengo sobre él…¿o si?...durante las últimas noches me ha parecido que me miraba de reojo, y supongo que la llegada de la primavera y de mis blusas escotadas de Bershka no habrán tenido nada que ver…bueno, él empezó primero al cambiar las camisas de manga larga por unas de manga corta, y mostrarme esos musculosos bíceps, tríceps y demás, que me transtornan el sentido. La primera noche que vino con manga corta tuve la fuerte tentación de deslizar mi mano por su brazo después de pagarle, hasta poder acariciar ese montón de carne bien formada, pero él retiró la mano enseguida, y todo se quedó en un estallido de excitación en mi abdomen que me duró más allá de la llegada a mi parada.

Pero esta noche está siendo inusual, he sido la única en subirme al autobús, cosa extraña un Viernes por la noche, y estamos él y yo solos, ya que no hay paradas previstas hasta el pueblo anterior al mío, es un autobús directo. El trayecto por la carretera se me hace inusitadamente largo, porque en cada curva que damos me imagino más cerca de él y el tiempo parece detenerse unos instantes. Puede que él también encuentre extraña esta situación, porque ha encendido la radio, cosa que nunca hace. Suena una melodía romántica tras otra…¿es que hay cadenas especializadas en esa clase de música? supongo que las habrá, pero están consiguiendo atormentarme con sus mensajes de amores eternos, de caricias sin final, de besos apasionados…y me pregunto porqué no cambiará de emisora y seleccionará una de esas en las que las canciones son imposibles de entender y que como mucho te dan ganas de levantarte y ponerte a bailar…no como ahora que me dan ganas de levantarme y sentarme en sus rodillas para besarle hasta que nos estrellemos, porque hay momentos en los que no te importa morir, porque vale la pena….pero un momento….¿porqué se está deteniendo el autobús? Miro al exterior a través de la ventanilla, y estamos en medio del campo, aquí no hay una parada habitual.

-¿Qué ocurre? – me atrevo a preguntarle, algo nerviosa.

- Es la puerta de atrás, no cierra bien y no puedo continuar hasta que se arregle, son las normas. – Me mira con formalidad, y asiento de una forma boba como si comprendiera la absurdidad de esa norma…podría entenderla si hubieran más pasajeros, pero estamos solos y yo voy sentada en la parte delantera, es imposible que pueda caerme del autobús… - Si me ayudas no tendremos que esperar a que venga un autobús de repuesto. – De repente me debato entre ayudarle y estar cerca de él, o no ayudarle para poder estar más tiempo juntos, pero entonces, ¿qué pensaría de mi si no le ayudo? Mis últimas dudas se disipan en cuanto se levanta de su asiento…no me había fijado en lo alto que es ni en el buen tipo que tiene, parece que vistos lateralmente esos pectorales pierden la fuerza que me transmiten ahora al verle de frente…¿se habrá dado cuenta de que me he quedado sin aliento? Espero que no….Como un caballero de los que ya no quedan me indica que pase primero en dirección a la puerta de atrás, y me levanto como si un resorte me impulsara desde mis zonas más íntimas.

- ¿Y en que puedo ayudarte yo? Te advierto que la mecánica no es mi fuerte…- Me sonríe… por Dios, me ha sonreído y se le han formado esos hoyuelos increíblemente atractivos en las mejillas.

- No te preocupes, sólo tienes que sostener la tapa mientras trasteo con los circuitos, seguro que alguno de ellos está flojo, y no tengo suficientes manos para hacerlo todo yo solo. – No,…de eso soy consciente, de que no tienes suficientes manos para todas las cosas que me gustaría que me hicieras, y ninguna de ellas relacionadas con tornillos ni cadenas…bueno, quizá con cadenas de seda….Levanta la tapa usando esa llave especial que tienen y coge mi mano para llevarla al punto exacto en el que tengo que sujetarla. - ¿Crees que esto podrás hacerlo? – Esto sí, pienso…seguir respirando y que mis latidos no atraviesen mi pecho…de eso no estoy tan segura.

- Bueno, todo es ponerse ¿no? No sabía que os daban clases de mecánica también. – Curiosamente su mano sigue sujetando la mía mientras toquetea dentro del mecanismo de cierre de la puerta…creí entender que necesitaba las dos manos, pero vamos, que no me importa haberle entendido mal…y más cuando me parece sentir que me la está acariciando, ¿serán imaginaciones mías, mi propio afán de que eso suceda? Puedo observarle perfectamente ahora, es más, puedo olerle a discreción, le tengo a escasos centímetros de mi, y puedo deleitarme en imaginar que mis labios se acercan para besar esa barbilla marcada, sus hoyuelos incitantes, su naricilla desafiante…

- ¿Te cansas? – su voz me distrae de mis divagaciones..¿cansarme yo?¿de mirarle?¿de desearle?

- No, no, podemos estar así el tiempo que haga falta… - Se gira y me mira, con intensidad, parece intentar leer el significado oculto en mis palabras, en el tono de mi voz, en el brillo de mis ojos.

- Por mí sería toda la noche… - Esta vez sí que se ha tenido que dar cuenta, mi exclamación mezcla de sorpresa, turbación y excitación ha sido totalmente audible. Mis piernas empiezan a temblar, y aunque mi mano podría estar en esa posición toda la noche, mis piernas se niegan a conspirar de la misma forma y en ese momento flaquean. El me sujeta por la cintura con la otra mano, soltando lentamente la portezuela…pero sin soltar mi mano.- Bueno, de todas maneras creo que ya está arreglada la puerta. – Como si eso me importara lo más mínimo, teniéndole agarrado a mi cintura y…oh, Dios…y llevándose mi mano a su pecho…me he quedado muda, en serio.. - ¿Estás bien? - ¿El séptimo cielo es donde uno va cuando se siente bien? Por más que lo intento no consigo más que sonreir de forma estúpida y asentir con la cabeza, creo que me ha hipnotizado con su mirada y algún resorte o fusible se ha fundido en mi cerebro…el de la voluntad posiblemente porque cuando él se acerca a mi y parece querer besarme, todo mi cuerpo reacciona a sus deseos…que todo hay que decirlo, coinciden con los míos. Sus labios son cálidos, turgentes, su contacto delicado, como si temiera asustarme o dañarme y noto, ahora sí, como pierdo el norte, como me envuelve una acaloramiento repentino que me deja totalmente a su merced, mi cuerpo como de goma en sus manos.

Parece que va a apartarse y en ese instante algo en mi despierta y rodeo su cuello con mis brazos, buscando de nuevo su boca, deseándola ardientemente, y necesito adentrarme más, conocer los recónditos secretos que oculta en ella, hasta que un leve gemido que surge de lo más hondo de mis entrañas me indica que he encontrado uno de sus tesoros: una lengua juguetona y ágil que se entrelaza con la mía en un juego travieso. Creo que me ha cogido por la cintura, pero no puedo asegurarlo, son tantas las sensaciones que ahora recorren mi cuerpo que no podría jurar que ninguna de ellas es real, pero todas en su conjunto hacen que este momento se asemeje exquisitamente a un sueño hecho realidad. El tiempo se suspende y se expande de una forma curiosa, como si se convirtiera en cómplice de una complicada trama de lujuria, deseo y connivencia entre ambos.

- ¿Quieres que te acompañe hasta tu casa? Este es mi último viaje de hoy…y no importa si el autobús se queda en la última parada durante unas horas… - Qué elegante proposición, que sabrosa tentación brota de esos labios que me invitan a seguir explorándole, a no quedarme en las lindes de ese territorio ignoto, a dibujar con mis manos y mis labios el mapa de su placer.

- Sólo si me permites que te invite a desayunar… - No esperaba que me atrajera hacia sí con esa fuerza arrolladora que estoy deseando sentir dentro de mi, y mucho menos esperaba ese susurro provocador que me eriza todos y cada uno de los vellos de mi cuerpo…

- Será un inmenso placer….para los dos…

Jugando...(3)


Me despierto, y aún estás dormido, en tu rostro se refleja la satisfacción de conseguir que me durmiera a pesar de estar inquieta, con tus caricias suaves y cariñosas. Ya me vas conociendo, y sabes cuando quiero caricias de un tipo o de otro. Sonrío al coger la pluma que guardo en el cajón, y la paso lentamente por tu cuerpo desnudo... lentamente te desperezas y te sobresaltas al verme despierta, casi siempre eres tú el primero en hacerlo, y en observarme hasta que abro los ojos, para poder desearme los buenos días.
- Señora, lo siento me he quedado dormido - haces ademán de levantarte, pero te detengo.
- Tranquilo, esas cosas suceden, - sonrío bromeando. Sabes qué cosas son importantes para mi, y aunque te gusta llenarme de atenciones para que me sienta mimada, en realidad no son imperativas, las haces porque te gusta hacerlas, y a mi me parece bien.
- Pero... no tengo preparado el desayuno - pareces encantadoramente preocupado.
- He pensado en algo mejor para desayunar...- la pluma desciende por tu cuerpo, haciéndote cosquillas, y provocando que se erice el vello por donde pasa.
- Señora.... no voy a poder evitar excitarme si sigue así... - sonrío de nuevo y detengo la pluma en el aire, disfrutando de tu expresión de consternación.
- Tienes razón, quizá sea muy temprano para jugar - me tumbo en la cama boca arriba, paseando la pluma por mi cuerpo, mientras tus ojos te delatan, y sé que te gustaría poder ser esa pluma sobre mi piel.
- Lo que guste, sabe que estoy aquí para servirla... - titubeas, no sabes si continuaré o no, pero lo deseas.
- Bien, entonces prepárame un baño - tu cara se ilumina, sabes que me enjabonarás, que tus dedos rozarán lugares prohibidos, que me abrazarás al rodearme con la toalla, y que después vendrá el ritual de la crema hidratante, empezando por los pies, y das gracias por haber aprendido a dar masajes, porque estás seguro de poder provocarme esos gemidos suaves que tanto te excitan.
- Sí, Señora, enseguida.

Jugando... (2)



Hoy no me apetecía cenar en casa, así que hemos quedado en el restaurante. Me gusta este ambiente elegante donde la gente guarda tan bien las apariencias. Ahí estás, sentado, esperándome y tu cara se ilumina al verme.
- Veo que has hecho una buena elección, tendré que dejarte hacerlo más a menudo, esa camisa ajustada te queda muy bien, y el negro es mi color favorito - sonríes encantado por mi comentario, porque si me gusta como te sienta algo, te miraré con mucha más atención, y sentirte observado te hace sentir valioso.
- Lo sé mi Señora, por eso la elegí - buscas en mi mirada ese signo de aprobación que te hace feliz.
Me siento enfrente de ti, este lugar es uno de mis favoritos porque aún usan esos manteles largos tan discretos, que llegan casi hasta el suelo. Cuando el camarero se acerca pido un plato de pasta y de segundo la ternera con salsa de queso, y para beber una botella de agua fría.
- ¿Y el señor qué va a tomar? - me miras, esperando a ver qué decido.
- El señor no va a tomar nada, gracias, solo me acompaña - el camarero, frunce el ceño pero recoge la carta y se retira con una leve inclinación de cabeza.
- Yo la sirvo mucho mejor, Señora, si me permite decirlo.
- Por supuesto, pero sabes que me gusta cambiar de ambiente, y verte aquí sentado, como un señor, me parece muy adecuado esta noche.- Te ruborizas, el que te considere un señor te hace pensar en lo importante que eres para mi, porque estarías dispuesto a ser el mendigo más pobre si con ello me contentaras. Llega el primer plato y empiezo a comer la pasta, saboreándola. - Estoy realmente hambrienta... ven acerca tu silla y siéntate a mi lado - obedeces en décimas de segundo, poder estar más cerca de mi es todo un privilegio. Cojo el tenedor y enrollo unos spaghetti, llevándolos a tu boca. El camarero al pasar observa la escena aun más extrañado. Quizá piensa que la crisis hace que la gente se comporte de manera extraña... y no sabe hasta qué punto...
- Gracias mi Señora, está delicioso cuando viene de su plato.
Lentamente van desapareciendo los spaghetti, en tu boca y en la mía, usando el mismo tenedor, y con cada bocado, las miradas son más intensas. Sabes que te está permitido mirarme a los ojos, que puedes mirar mi boca cuando paso la lengua para recoger los restos de salsa. Noto ese gesto inconsciente de relamerte al mismo tiempo, como imaginando que es tu lengua la que recorre mis labios.
- ¿Tienes sed? - te pregunto, llenando el vaso de agua.
- Un poco sí - te ruborizas, como si tener una necesidad fuera algo prohibido. Bebo del vaso y te hago un gesto para que te acerques. Cojo tu mentón con el índice y acerco mi boca a tu boca, traspasando hasta la última gota.... y antes de separarme recorro tus labios con la lengua, limpiándote los restos de salsa.

El camarero nos observa sin decir palabra y los comensales de las mesas adyacentes hacen algunos comentarios por lo bajo. Me resulta estimulante provocar que el orden y las formas establecidas se tambaleen. Sé por el suave suspiro que exhalas que estás ya excitado, y deslizo mi mano por debajo del mantel, para acariciarte. Tus ojos se cierran por un instante, no hay nada tan esperado, ni tan deseado como el momento en el que te toco.
- Señora, sé que se lo digo a menudo, pero me vuelve loco.
Sonrío, mientras te desabrocho el pantalón.
- Pues aún nos queda la carne y el postre.....
Tu paciencia es infinita, sabes que este juego se prolongará hasta que decida qué quiero hacer esta noche contigo.

Jugando...

- Buenas tardes Julián, llego algo tarde, hemos tenido una reunión de claustro inesperada - dejo las carpetas sobre una silla, y el bolso y la chaqueta colgados en el gancho de la pared.
- Estaba preocupado, llevo esperando esta clase ya días, como siempre está tan ocupada, pero me alegro de que haya podido venir, ¿y cuál va a ser la clase de hoy? - te pones de pie a la espera de que me acerque a la mesa de despacho, pero no lo hago, y vacilas entre sentarte de nuevo o quedarte como estás.
- ¿Ya no recuerdas de qué iba el tema de la clase? Pues sí que empezamos bien, yo que vengo con retraso... - me dirijo al biombo que hay en un lateral del despacho - Espérame aquí que me cambio de ropa y enseguida empezamos, - sigo hablando desde detrás del biombo. - Hoy íbamos a trabajar los roles en un encuentro entre hombre y mujer ¿recuerdas?
- Ah si! ahora lo recuerdo. - Miras en dirección al biombo, esperando poder ver algo por las rendijas - ¿Tenía que haber venido vestido de alguna manera especial? Lo digo porque parece que se está preparando a conciencia.
- Bueno, ya te dije que me gustan las clases prácticas, son las que más enseñan... - por encima del biombo aparece la falda, y al poco rato la camisa que llevaba puesta, - y en este caso vamos a empezar con algo básico...
Te acercas un poco más al biombo y coges la blusa, acercándola a tu nariz para olerla.
- Buen perfume - intentas ver por encima del biombo. - Recuerdo que me dijo que le gustaban más las prácticas, pero, siendo la asignatura que es, eso podría llegar a excitarme ¿lo sabe?
Asomo la cabeza por un lateral del biombo.
- No se trata de que te excites, se trata de que aprendas, por eso esta asignatura es de Comportamiento Humano y estas prácticas se engloban específicamente en el comportamiento sexual...pero recuerda que soy tu profesora en todo momento. - Aparezco vestida con pantalones de camuflaje, camiseta caqui ajustada, y unas botas militares de caña alta. - Bien, veamos, entonces para la clase práctica de hoy, supongamos que eres un cadete recién llegado y yo soy tu sargento...veamos si eres capaz de superar la prueba, las otras veces lo hiciste estupendamente, casi de excelente.
- ¿Tengo que llamarla mi sagento? es algo que no he comprendido - tragas saliva, seguramente por la indumentaria, y las botas.
- Me llamarás Mi Sargento, y de usted, cadete - me cuadro delante de ti, con las manos a la espalda, marcando pecho, - lo primero es el respeto, - te observo de arriba a abajo con mirada penetrante.
- !!A la orden mi sargento!!, lo que usted diga - tus ojos se desplazan durante unos segundos hacia mis pechos marcados debajo de la camiseta, pero enseguida desvías tu mirada al frente.
Enarco una ceja y sonrío durante un leve momento, posando la mano sobre el bíceps musculoso del brazo que levantas en el típico saludo militar.
- Veo que has sido entrenado duramente, estos músculos parecen listos para la acción...
- Sí, mi sargento, fuí entrenado para la acción - sin dejar de mirar al frente, frunces el ceño pensando a qué clase de acción me estoy refiriendo. - Y bien, ¿qué es lo que ordena usted para hoy? - tensas más el musculo, para que siga agarrándolo y note su fuerza.
- Bien, empezaremos con unas cuantas flexiones para comprobar tu aguante...al suelo cadete, brazos estirados, ese trasero más tenso...adelante! uuuunaaaaa, doooooosssss... - me coloco encima de ti, con una pierna a cada lado, observando atentamente el subir y bajar de esos brazos musculosos.
Te colocas en posición de flexión y comienzas a bajar y subir, girando un poco tu cabeza, para observarme mientras estoy por encima de tí, e intentas impresionarme haciendo unas cuantas flexiones. Sonrío cuando sé que no puedes verme.
- No, no, cadete, estás subiendo demasiado ese trasero....- me agacho hasta quedar en cuclillas sobre tus nalgas, - cada vez que me roces tendrás que hacer diez flexiones más.
Te quedas rígido, con los brazos estirados y me miras, sonriendo levemente.
- Mi Sargento... ¿usted me quiere matar hoy?
- Estoy comprobando tu capacidad cadete, y eso implica ser capaz de ir más allá de tus límites...¿es que no te ves capacitado? - Te sonrío abiertamente mientras empujo lentamente tu espalda con el dedo índice para que inicies el descenso de nuevo. Después de dos flexiones más te quedas en el suelo.
- ¿Y qué sucedería si no fuera capaz de hacerlo? - Casi me parece detectar un tono de desafío, aunque la posición que mantienes es de aparente rendición. Enarco una ceja, y levantando una de mis botas la coloco sobre tu espalda.
- ¿Quieres desafiarme? No te lo recomiendo, puede que pases los próximos días en un calabozo frío y húmedo.....es lo que ocurre cuando el cadete no complace a su sargento.
- Es que no me veo capaz de seguir haciendo esas flexiones si la noto a usted rozándome las nalgas cada vez, creo que es superior a mis fuerzas. - Mi bota te presiona un poco más y gimes levemente.
- Date la vuelta, cadete. - De mi bolsillo trasero extraigo unas esposas y agachándome rápidamente engancho una de ellas a tu muñeca y te indico con un gesto de la mano abierta que te levantes, apartándome ligeramente pero no tanto, para que tengas que hacerlo pasando muy cerca de mi cuerpo.
- Espero que sepas comportante como se espera de tí, soldado. Te levantas lentamente y te pegas tanto a mi cuerpo que puedes sentir mis pechos, notando como con el roce mis pezones se endurecen.
- Y yo espero no defraudarle mi sargento.
Sin apartarme ni un centímetro, tiro del brazo esposado hacia atrás, y tomando el otro brazo lo llevo también a tu espalda, acercando mi cuerpo al tuyo, esposando ambas manos juntas. Mi mejilla roza la tuya, y con voz autoritaria te susurro al oído, - Sé que no me defraudarás, estoy segura de ello. Al escuchar mi voz, ya sabes que sí, que estás en mis manos y que no tienes nada que hacer.
- Mi sargento, ¿permiso para hablar?
- Adelante, tienes permiso para hablar. - Me coloco a tu espalda, tirando hacia abajo de las esposas, comprobando que están bien cerradas, observando la postura que mantienes, atenta a tus reacciones.·
- Bueno, quería decirle que su forma de instruirme me gusta, además de el tono de su voz, no sé si eso será bueno para mi instruccion, porque en cualquier momento podría sentirme atraído por usted. - Giras un poco la cabeza, mirando mis labios, comiéndotelos con la mirada. Suelto las esposas y vuelvo a colocarme delante de ti
- Así que empleando la táctica del peloteo... ¿Estás intentando camelarme cadete?¿Crees que porque me digas que soy deseable no voy a tratarte como mereces? - Agarro con fuerza tu camiseta y la desgarro de arriba a abajo.
- Mi sargento si piensa eso, es muy libre de hacerlo, solo le digo lo que mi cuerpo está experimentando, si lo prefiere le diré que no me atrae, pero eso sólo le servirá a usted. - Miras mis manos y en tu imaginación deseas que mis manos toquen tu cuerpo. - Puede hacer lo que quiera conmigo, no seré yo quien le diga a un superior lo que tiene que hacer.
- Cadete, de rodillas....mirada al frente y nada de tonterías....así que no te atraigo....
- No, no me atre nada mi sargento, - caes de rodillas, - ¿esto es lo que quiere? - tu mirada se clava en la pared, intentando no mirarme, ya que podrian delatarte tus deseos. Doy una vuelta completa a tu alrededor hasta colocarme de nuevo delante de ti.
- No desvíes la mirada.... - levanto mi camiseta caqui y acerco mi cinturón a tu boca. - Desabróchalo con los dientes. - Siento el impulso de agarrarte por el pelo y acercarte más, pero me contengo.
- Lo que diga mi sargento. - Intentas desabrochar el cintron, cosa que parece imposible, la hebilla está muy dura para tu boca, pero al intentarlo, tu lengua roza la parte descubierta de mi vientre.
- Imposible, no puedo hacerlo, espero que no se enfade...
Ahora sí que no me contengo. Te agarro del cabello y tiro de tu cabeza hacia atrás.
- ¿De qué te estás relamiendo, soldado? - Acerco mi rostro al tuyo, manteniendo mi boca a escasos milímetros de la tuya, mirándote a los ojos con severidad y lascivia. - ¿No eres capaz de cumplir una simple orden?
- No es que no sea capaz, pero que me haga desabrochar el cinturón con la boca, creo que no hay nadie que pueda hacerlo, mi Sargento.
- Entonces tendré que castigarte de forma que no olvides que siempre, siempre, debes seguir las órdenes de un superior. - Me desabrocho el cinturón y bajo la cremallera, y esta vez tus dientes tiran del pantalón hacia abajo, ahora sí puedes complacer a tu Sargento.

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